
Eran tiempos en los que la televisión era mucho más artesanal. Y tiempos en los que Roberto Galán, con su Yo me quiero casar, ¿y usted? y su Si lo sabe cante, lograba picos de rating de más de 60 puntos. Por eso, tal vez, a pesar de que ya pasaron 25 años de la muerte del conductor, muchos lo siguen recordando como una parte importante de sus vidas. Porque, de alguna manera, él se metía en los hogares argentinos con su particular estilo, algunas veces ameno y otros brutal, para invitarlos a soñar.
¿Soñar? Sí. Soñar, por ejemplo, con encontrar una pareja ideal sin importar la edad. El mítico programa que se encargaba de unir corazones solitarios debutó el 15 de noviembre de 1971 en el viejo Canal 11. Y el formato, aunque innovador, era más que sencillo: tres mujeres de un lado, tres varones del otro y una lista de preguntas que servían para que ellas y ellos se pudieran conocer. “¿Siempre solita?”, ¿Usted es propietario o inquilino?”, “¿Y usted qué busca?”, “¿Ni un perrito para acariciar?”, “¿Qué lado de la cama le gusta ocupar?”, “¿Le gusta tomar mate?“, indagaba Galán sin ponerse colorado. Y aseguraba que era el programa ”más decente» de la televisión local.
El ciclo, que se mantuvo vigente hasta 1998, para entonces ya en Canal 9, terminaba cuando cada uno de los participantes elegía a la persona que le interesaba para tener una cita y, si había coincidencia, ambos pasaban al “living del amor”. “¡Se ha formado una pareja!“, era la frase con la que el conductor anunciaba la feliz noticia. El resto transcurría sin cámaras de por medio. Y, en caso de que la relación prosperara y los novios llegaran al altar, ambos recibían como premio una vivienda pre moldeada.

¿Pero hablamos de soñar? Sí. Soñar, por ejemplo, con ser una estrella de la canción. El otro emblemático programa creado por Galán en 1968 para la pantalla de Canal 7, invitaba a la gente común a presentarse en televisión para interpretar un tema de su agrado, acompañada por la música en vivo de la orquesta del maestro Carlos Marzán. No hacía falta tener condiciones, ni siquiera, para consagrarse ganador y alzarse con premios tales como un canario en una jaula o una cena para dos personas. De hecho, muchas veces, lo atractivo era ver el desparpajo de quienes no tenían temor a desentonar y se lanzaban sin red a demostrar su gracia. Algo que, en la actualidad, todavía puede verse en recortes que siguen dando vueltas por las redes sociales.
También hay que mencionar la destacada presencia de las secretarias que acompañaban al conductor, que fue otro de sus inventos. Las más legendarias fueron, sin dudas, Dorita Delgado, Gladys Mancini y Jorgelina Aranda. Pero, allá por los años ‘90, se sumaron Stella Maris Muñoz, Ángeles Cudós y Petty Castillo. Y el furor por estas señoritas era tal que, cuando salían a hacer shows junto a Galán en teatros y clubes del interior del país, tenían que ir acompañadas por custodios de seguridad que controlaban a los fanáticos. Así las cosas, tras pasar por las pantallas de Canal 11, Canal 9 y ATC, el ciclo se reeditó en América TV donde se mantuvo al aire hasta el verano del 2000.
¿Cuál era la historia de este hombre que supo escribir una página importante en el espectáculo argentino? Había nacido el 21 de febrero de 1917, pero su padre lo abandonó de bebé y su madre murió cuando tenía apenas 4 años. “Quedar huérfano tan chiquito es muy duro, porque con el tiempo se agiganta ese dolor. En el momento no me daba cuenta bien de lo que pasaba. Pero he tenido tías muy afectuosas y una abuela holandesa de la familia de mi madre, que me formó con la idea de las responsabilidades, el orden y la buena conducta. Y me crio bien”, rememoró Galán.
Cursó sus estudios en el Colegio Nacional de Avellaneda. Y, tal como él mismo contó en reiteradas oportunidades, a los 17 años ya era un habitué del cabaret Marabú, un clásico de la noche tanguera de Buenos Aires. Allí se hizo amigo de varios artistas que lo ayudaron a comenzar su carrera como locutor en La hora ferroviaria, en Radio Porteña. Y luego siguió trabajando en Radio El Mundo y en Radio Belgrano, donde llegó al cargo de jefe de locutores.

De aquella época data la anécdota que lo puso como “celestino” de Eva Duarte y Juan Domingo Perón. Corría el año 1944. ¿El día exacto? 22 de enero. Galán estaba colaborando con el Festival de la Solidaridad en el que varios artistas habían sido convocados en el Estadio Luna Park, con el fin de juntar fondos para los afectados del terremoto de San Juan ocurrido el 15 de ese mes. La actriz quería subir al escenario para recitar unos poemas, pero el conductor no encontraba un hueco como para complacerla. Así que se le ocurrió pedirle que formara parte del comité de recepción del por entonces secretario de Trabajo y Previsión, quien luego se convertiría no solo en el Presidente de la Nación sino también en su marido. “Ella se sentó a su lado y él, a partir de ese momento, no vio nada más”, relató.
En los años ´50, Galán viajó a Francia y Brasil, donde se dedicó a cantar tangos. De hecho, ya de regreso a la Argentina, en 1960 grabó el tango María bajo el pseudónimo de Roberto Valdez. Pero a partir de 1963 comenzó a trabajar en la pantalla chica haciendo el ciclo Remates musicales de Canal 9. Y, desde ese momento, quedó más que claro que estaba destinado a dejar una huella en la televisión.
En tiempos en el que la prensa del corazón no ahondaba más allá de lo que las figuras querían contar, se supo que en su juventud había tenido una sonada relación con la actriz Olga Zubarry. Él mismo confesó que, durante su estadía en Europa, había llegado a conquistar en un festival de cine ni más ni menos que a Rita Hayworth. Años más tarde, Galán se casó con la cantante Inés Migues, con quien tuvo a su única hija, Florencia. Y tuvo otras tantas parejas más. La última, con la que se mantuvo unido hasta el final, fue la productora de su programa, Alicia Paressi.

Trabajó hasta pocos meses antes de su partida. “Tengo un amor propio terrible y, mientras pueda, no voy a necesitar jubilación”, decía sobre su voluntad de seguir en actividad. Pero en septiembre del año 2000 fue internado en la clínica Bazterrica, donde falleció después de dos meses, el 9 de noviembre, a raíz de un cáncer de próstata. Aseguraba que tenía una tarea social que era “hacer feliz a la gente”. Y de alguna manera, con su obsesión de hacer televisión no solo para el público sino también con el público delante de cámara, lo logró.



