Miriam tiene 61 años y hace casi dos que encontró a sus mellizos. “Nunca dejé de buscarlos

Miriam Cavieres tenía apenas 14 años cuando supo que estaba embarazada. En realidad, fue su madre —Delia— la que se dio cuenta, cuando notó que la adolescente había dejado de menstruar. “Ahí empezó mi calvario”, dice ahora. Pero el calvario había comenzado meses antes, cuando Miriam fue violada y, producto de ese abuso, quedó embarazada.

“Aunque mi mamá vio en qué condiciones volví ese día a mi casa, jamás me creyó. Me dijo muchas cosas feas y después me encerró. Pasé siete meses encerrada en una habitación para que nadie me viera la panza. Dejé de ir al colegio y de ver a mis amigas. Ni siquiera podía ver a mis hermanos”, recuerda.

La madrugada del 1° de mayo de 1979, cuando comenzaron las contracciones, Miriam no sabía que esperaba mellizos. Tampoco imaginaba que, apenas nacieran, se los iban a arrebatar. “Nunca tuve controles médicos, no entendía lo que me pasaba. Esa noche mi mamá me obligó a pasar horas sentada sobre un balde de veinte litros: pretendía que mis hijos nacieran ahí”, relata Miriam.

Al amanecer, Delia decidió llevarla al hospital de Chilecito, en La Rioja. Mientras caminaba por los pasillos la mujer gritaba que todo era una vergüenza, que no quería saber nada de esos niños. “Le importaba más el qué dirán que sus nietos y su hija”, dice.

Tras el parto, Miriam alcanzó a ver una cabecita y a escuchar un llanto. Después se desmayó. Cuando despertó, sus bebés ya no estaban: “Mi mamá decidió regalarlos”, asegura. Durante 44 años buscó a sus hijos sin descanso, golpeando puertas y enfrentando silencios familiares. En octubre de 2023, finalmente, los encontró. “Para ellos yo estaba muerta”, le dice a Infobae y se dispone a contar su historia.

Miriam es oriunda de Mendoza, pero se crió en La Rioja. Actualmente, y desde hace once años, vive en Río Gallegos

“Mi mamá nunca quiso decirme la verdad”

Miriam nació en la provincia de Mendoza y creció en una familia de doce hermanos. Su papá, Inocencio, casi no estaba: salía a trabajar al alba y volvía de noche. Su madre, en cambio, tenía una presencia fuerte y autoritaria dentro de la casa. Ese contraste marcó su adolescencia y condicionó lo que vino después.

Antes de saber que iba a dar a luz mellizos, aquel mediodía de mayo de 1979, Miriam fantaseaba con huir de la clínica junto a su bebé. “Mi idea era desaparecer del hospital, pero no pudo ser porque mi mamá me los arrebató antes”, dice y asegura que perdió el conocimiento después del nacimiento del segundo bebé. “Cuando reaccioné, una enfermera me dijo: ‘Tus hijos van a ser bien trabajadores y te van a cuidar porque nacieron justo el 1° de mayo’. Tengo esas palabras grabadas hasta hoy”, recuerda.

Miriam dice que permaneció varios días internada hasta que su madre fue a buscarla. Como era menor de edad, no tuvo otra opción más que volver a la casa materna, aunque la relación con Delia ya estaba rota. “Desde que salí del hospital empecé con mi lucha, preguntando, averiguando qué habían hecho con mis hijos. Al principio tenía miedo de increpar a mi mamá, pero después tomé coraje. Ahí arrancó una guerra porque ella nunca quiso decirme la verdad”, afirma.

La convivencia se transformó en un campo de batalla silencioso. Incluso, años más tarde, Delia intentó arrebatarle a Miriam a otro de sus bebé: “Cuando nació mi tercera hija, apareció un matrimonio a los pies de la cama y abrió una valija con ropa para recién nacido. Querían llevársela. Me aferré a ella, la abracé y no la solté. Me cachetearon, me dijeron de todo, pero no se las di”.

A los 22, finalmente Miriam se fue de su casa. “Ya había tenido cinco hijos y estaba embarazada de la más chiquita. Me volví a Mendoza, la provincia donde nací”, dice. Los cuatro hijos que crió después, hoy tienen 44, 42, 41 y 39 años. “Siempre les dije que ellos tenían dos hermanos y que los estaba buscando. Ellos fueron mi motor, mi apoyo, mis paños de lágrimas. Ellos fueron todo para mí”, asegura.

1° de mayo de 2022. Con motivo del cumpleaños de sus mellizos y para dar a conocer su búsqueda, Miriam hizo una publicación en la página de Facebook

Una búsqueda incansable

Antes de dejar La Rioja, Miriam golpeó varias puertas para tratar de saber dónde estaban sus mellizos. “Lo primero que hice fue ir a buscar mi historia clínica: me la negaron. Después fui a la policía y me dijeron que no podían hacer nada. También fui al registro civil, tampoco tuve suerte”, explica. Tiempo después, regresó a Chilecito y volvió al hospital donde dio a luz. Recién entonces le entregaron parte de su historia clínica. Con esa documentación buscó asesoramiento legal. “Una abogada me ayudó a pedir el acta de nacimiento. Al principio me dijeron que no estaba disponible, pero me planté hasta que me la dieron. Muchas cosas feas pasé”, dice.

En todo ese tiempo, no hubo un día sin que Miriam pensara en sus hijos. “Los 1° de mayo para mí siempre fueron una fecha muy triste. Los pasaba aislada y en silencio les deseaba ‘Feliz cumpleaños’. Cuando mis otros hijos crecieron ya no lo ocultaba y ellos me veían llorar. Aprovechaba ese día para desahogarme y, al mismo tiempo, pensaba en cómo hacer para encontrarlos”, cuenta. Y sigue: “Jamás logré que mi mamá me dijera la verdad. En una de las últimas discusiones que tuve con ella me aseguró que mis hijos estaban en otro país: ‘Andá a buscarlos a Canadá’. Me desesperé. Hasta ese momento, cada vez que la encaraba, me decía que eran ideas mías, que yo lo había soñado, que me lo había imaginado, que eso no había pasado”.

Durante 2020, en plena pandemia, la búsqueda se trasladó a las redes sociales. “Un día, mientras navegaba por Facebook, encontré la historia de unos mellizos que se habían criado a treinta cuadras uno del otro y no se conocían. La leí y lloré hasta cansarme. Así llegué a Liliana Leiva, referente y creadora de la agrupación ‘Mamá te busca’, donde conocí a otras madres que estaban en mi misma situación”.

Ese contacto la llevó hasta la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CoNaDI) que, en el marco del Programa Nacional sobre el Derecho a la Identidad Biológica, había lanzado una convocatoria destinada a madres separadas de sus hijos al nacer. Así, en junio de 2023, Miriam se sometió a un análisis de ADN. Los resultados podían demorar hasta un año, pero la respuesta llegó solo en cuatro meses: la contactaron para decirle que habían encontrado a sus mellizos.

El reencuentro fue posible porque, seis años antes, uno de ellos se había hecho un análisis de ADN en la CoNaDI para averiguar si era hijo de personas desaparecidas. “Ellos se criaron juntos y siempre supieron que eran adoptados. Nunca les ocultaron esa parte”, relata Miriam.

Miriam fue la primera madre de Santa Cruz que encontró a sus hijos gracias a la campaña

La noticia

Cuando sonó su celular, la tarde del 26 de octubre de 2023, Miriam no imaginaba lo que estaba por ocurrir. Era lunes y había llegado del gimnasio con su hija mayor y dos de sus nietas. Antes de ir a trabajar, pusieron la pava para el mate. Mientras conversaban, el sonido del teléfono las interrumpió y, en la pantalla, apareció un nombre que la descolocó: CoNaDI.

En ese momento pensó que quizá le pedirían volver a realizarse el ADN. Atendió en altavoz. “Hola Miriam. ¿Estás sentada? ¿Estás sola o estás con alguien de tu familia? Tenemos que darte una noticia”. Ella apenas alcanzó a preguntar: “¿Qué pasó?”.

La respuesta la sacudió: “Encontramos a tus hijos”. Miriam se acuerda de aquel instante y ríe tímidamente, se encoge de hombros y mueve la cabeza hacia los lados, como si todavía no pudiera creerlo. “Mi hija y mis nietas dicen que pegué un grito, pero mi mente estaba en blanco”. Después de darle la noticia, le pidieron que esperara: “Cálmenla, denle agua. En cinco minutos la volvemos a llamar”.

“Esos cinco minutos fueron eternos. Ahí me di cuenta de que estaba de rodillas al lado de una silla. Todavía me sensibiliza. Pasé 44 años buscándolos…”, dice. Cuando volvió a sonar su aparato, Miriam temblaba. Fue una de sus nietas quien atendió y sostuvo el teléfono. En la pantalla, por primera vez, vio a sus hijos. “Hasta el día de hoy miro esa foto y se me caen las lágrimas porque era la primera vez que los estaba viendo. En 44 años era la primera vez que veía sus caritas, que escuchaba sus voces”, dice. “Mis hijas dicen que tienen mi nariz”, agrega.

El 26 de octubre de 2023, Miriam conoció a sus hijos por videollamada. Habían pasado 44 años, 5 meses y 25 días desde que los dio a luz (Foto/La Opinión Austral)

Aunque pasaron casi dos años de aquel primer encuentro, Miriam todavía no conoció en persona a sus mellizos. “En esa charla me pidieron tiempo para asimilar la situación: estaban shockeados. Yo los entiendo: si a mí me sorprendió después de 44 años de búsqueda, también impactó a mis otros hijos, que siempre me acompañaron. Imagino lo que fue para ellos, que no sabían que yo los estaba buscando. Prácticamente, se criaron en una mentira: primero les dijeron que yo los había dado porque no podía criarlos y, después, les aseguraron que había fallecido. Uno de ellos se hizo un ADN para ver si era hijo de desaparecidos. Cuando le dijeron que su mamá biológica vivía, no lo podía creer. Para ellos yo estaba muerta”, explica.

—Desde esa videollamada, ¿mantuviste contacto con ellos?

—Sí. Yo tenía un grupo de WhatsApp que se llama “Mi familia chiquita”, donde estábamos mis cuatro hijos y yo. El mismo día que los mellizos aparecieron, una de mis hijas les preguntó si querían sumarse. Dijeron que sí, el resto estuvo de acuerdo, y los agregamos. Esa noche ellos hablaron, hasta la una o dos de la madrugada. Yo solo leía y escuchaba los audios. Después los intercambios bajaron; pero para los cumpleaños, para el Día del Padre, para el Día de la Madre, el grupo se activa.

A casi dos años de haber encontrado a sus hijos, Miriam aun sueña con poder abrazarlos.

—¿Tu mamá está viva? ¿Pudiste contarle todo esto?

—Mi mamá está viva. El 28 de octubre es su cumpleaños. En 2023, cuando la llamé por videollamada para saludarla, le dije: “Tengo una gran noticia para darte: encontré a mis hijos”. Me acuerdo de que me miró y se quedó en silencio. “Ya sé dónde están y sé cómo se llaman”, seguí. Negó todo: “Yo no fui, fue la enfermera. Yo me fui del hospital: ni sabía que vos estabas embarazada”. ¿No sabía que estaba embarazada pero me tuvo siete meses encerrada y después me llevó directamente a maternidad?

—¿Le tenés rencor?

—No me sirve ser rencorosa. Estoy bien con Dios y eso me basta. No quiero llevar esa carga; ya los encontré. Por más que ella nunca me haya dicho la verdad, igual los encontré. El tiempo perdido no se recupera. No los pude amamantar, no los vi crecer, no les enseñé a caminar, no les enseñé a hablar, no les enseñé a cambiarse, no les enseñé a comer, no los llevé al colegio, no nada. Todo eso me lo robaron. Pero sí quisiera disfrutar un poco de ellos en lo que me queda de vida. Así que bueno, a esperar nomás…

—¿Cómo te imaginás ese encuentro?

Fantaseo con eso todos los días, pero no quiero apurarlo. Quiero que sea lindo, que podamos charlar, sacarnos las dudas y conocernos. Como siempre digo, los tiempos de Dios son perfectos y sé que él está preparando algo para nosotros.

*Si tenés dudas sobre tu identidad o conocés a alguien que puede ser hijo de desaparecidos, contactate con Abuelas de Plaza de Mayo al (5411) 4384-0983 o por mail: [email protected].

*Para colaborar con donaciones: www.abuelas.org.ar/donaciones