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El mega decreto de necesidad de urgencia (DNU) de Javier Milei que produce una profunda desregulación de la economía e impone su paradigma liberal tendrá vigencia mientras no sea derogado por las dos cámaras del Congreso o impugnado por la Justicia. Y lo cierto es que Milei juega con el tiempo a su favor.

Por un lado está el escenario legislativo. En primer lugar, el sistema constitucional argentino establece que para que un DNU pierda vigencia, este debe ser derogado tanto por Diputados como por el Senado.

Si una cámara lo hace y la otra guarda silencio, el decreto seguirá vigente. Y lo cierto es que es muy difícil que ambos recintos lleguen a derogar el mega decreto de Milei.

Si bien el peronismo tiene cerca del 40% en ambas cámaras, juntar mayoría no es una tarea sencilla: la oposición se abroqueló en la Cámara alta y puede hacer lo mismo en Diputados.

E incluso aunque varios espacios opositores voten contra el DNU -como pueden ser la Coalición Cívica o un sector del radicalismo-, todos descuentan que el PRO apoyará su vigencia. Las voluntades, queda claro, no son unánimes.

Es por eso que, desde el punto de vista de Javier Milei, el peligro no está en el Congreso; sino en la Justicia. Hay que tener en cuenta que no puede haber una impugnación judicial contra todo el DNU en su conjunto, sino que cada sector afectado por una norma o artículo podrá impugnar uno o varios puntos en particular.

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